Wednesday, March 7, 2012

Comentario de la escena XIX de la jornada II: “La vida es sueño”


Pedro Calderón de la Barca fue un escritor español nacido en Madrid el 17 de enero de 1600. Varios sucesos de su infancia, como la prematura muerte de su madre y la negligencia de su padre en cuanto a su educación, marcaron profundamente el carácter del dramaturgo, quien cultivó obras de carácter trágico, cómico e incluso autos sacramentales. Algunas de sus obras más importantes son El alcalde de Zalamea, La vida es sueño y El gran teatro del mundo.
Su estilo formal, próximo al culteranismo y sin embargo vulgarizado, rompe con los cánones establecidos por comediógrafos contemporáneos a él como Lope de Vega (por ejemplo, en su Arte nuevo de hacer comedias el Félix de los Ingenios exclama ante culteranismos como “hipogrifo”, que Calderón utiliza generosamente en su obra). Las comedias de Calderón también contribuyeron a establecer la escenografia como elemento importante de la representación teatral.

En esta escena, Segismundo reflexiona en su torre tras, en la escena anterior, haber sido devuelto a ella por Clotaldo. Habla de su condición y su reflexión, al principio personal, parece consolidar la idea en su mente de que la vida no es sino un sueño. Su reflexión se acabará generalizando, terminando en una de las afirmaciones más famosas de la obra: “que toda la vida es sueño / y los sueños, sueños son” (aunque esta afirmación proceda, de hecho, de una canción tradicional).

Algunos de los recursos literarios internos que encontramos en esta escena son la metáfora (el “soñar” es el vivir y el “despertar” es la muerte; versos 14-15 “este aplauso que recibe /prestado, en el viento escribe” quiere decir que es efímero), la antítesis (verso 29 “y el mayor bien es pequeño”),. Algunos de los recursos literarios externos son la anáfora y el paralelismo (“sueña el que a medrar empieza/sueña el que afana y pretende/sueña el que agravia y ofende”, versos 25-28) y la interrogación retórica (“¿Qué es la vida?”), que quiere enfatizar la naturaleza dudosa de aquello a lo que nosotros llamamos existencia.

El espacio dramático de esta escena es la torre, que, como espacio que enclaustra a Segismundo, simboliza asimismo la mentalidad cerrada del protagonista, centrada hasta entonces en la venganza y el odio debido a haber estado recluido y haber sido engañado. Sin embargo, se atisba el cambio en la manera de pensar de Segismundo. Dado que la obra está estructurada acorde a los cánones de Lope de Vega y en la tercera jornada (el tercer acto) el conflicto debe quedar solucionado, y que ésta es la última escena de la segunda jornada, en su soliloquio Segismundo va asimilando su condición de fiera y su capacidad de reprimirla ("es verdad; pues reprimamos/esta fiera condición", versos 1 y 2) y también el tópico de la vida como sueño, incluso el mundo como un gran teatro en el que todo el mundo hace un papel (“sueña el rey que es rey (···)/sueña el rico en su riqueza (···)/sueña el pobre que padece(···)”). Esta idea calderoniana del mundo como teatro se explora en otra gran obra del comediógrafo El gran teatro del mundo.

El lenguaje de este texto, rico en metáforas y descriptivo, sirve al propósito de ilustrar las diferentes ideas filosóficas que podemos extraer, como la concepción de la vida como un sueño (como un teatro) y también las relaciones que podemos encontrar con otras concepciones filosóficas como el platonismo y su mito de la caverna (Segismundo progresivamente se ilumina a medida que su encarcelamiento se acaba).

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