Monday, April 23, 2012

La metamorfosis


La misma sala gris de cada día devolvía el eco de mi silencio. La vida, como un barullo ajeno y extraño, bullía tras las ventanas de mi pequeño piso, y yo, como cada día, me ponía el sombrero, con afán de viajero resignado y abatido, afán de arqueólogo cansado que rasca la pared del mismo hueco de siempre.

Cuando Gregor Samsa se despertó, una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.

    • ¿Qué me ha ocurrido?, pensó.

No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto conocidas.” “Dictado” (KAFKA, 2002: p.9)

El lúgubre encanto de la capital bohemia, difuso tras los cristales opacos, me llamaba como cada mañana. Al abrir la puerta, el aire frío del vestíbulo se coló en el piso. Con él, una pequeña polilla voló hasta estrellarse contra el cristal. Yo cerré la puerta y seguí mi camino, extrañado de que el vecino hubiera dejado la ventana abierta en un día como aquél.

Gregor Samsa aún no había conseguido dominar su nueva forma. Entumecido, agitaba las piernas y las alas desacompasadamente, intentando moverse, pero su vientre pesaba demasiado. Deslizándose por el cristal, sólo acertaba a pensar que le dolía la cabeza, que alguna pata le estaba doliendo de todas las que ahora tenía, y que el tren de las cinco debía estar a punto de pasar.

    • A este paso, se dijo, con cinco años no me bastará para pagar las deudas.

Falto de sueño y de conciencia de su estado actual, Gregor Samsa movía penosamente las alas. Consiguió volar hasta el pomo de la puerta, pero, al darse cuenta de que el giro arrítmico de sus patas no producía efecto alguno, se dedicó a soltar improperios sobre lo poco oportuno de ser mariposa y tener por piernas meras cutículas grasientas.”

BIBLIOGRAFÍA

- KAFKA, F. (2002): La metamorfosis y otros cuentos; ed. El País, Madrid.

Sunday, April 22, 2012

Ensayo "El perfume"

En "Genésis del Sujeto y el Objeto en El Perfume de Süskind", de Jorge Marugán Kraus, el autor expone sus ideas acerca de la creación de Sujeto y Objeto en la novela del escritor alemán desde el punto de vista de su especialidad, la psicología.

Como novela posmoderna, El Perfume es una historia de gran profundidad piscológica; el ritmo de la novela va marcado por el descubrimiento del personaje principal, un descubrimiento que es individual, interno y que va de la mano de la misma génesis (el personaje se crea a sí mismo a la vez que se descubre, o se descubre a la vez que se crea). Marugán habla en su trabajo de la idea del falo, un concepto freudiano que corresponde a la imagen que falta y que es aquella, imaginaria, que completa el Yo; el objeto de deseo. Podemos argüir que el objeto de deseo en El Perfume es, esencialmente, el olor "perfecto" que lleva al protagonista de la novela, Grenouille, a asesinar a las veinte muchachas que perecen durante la novela. Este olor, sin embargo, no es simplemente un concepto superficial, sino la representación narcisista de la completitud humana, de la completitud de Grenouille.


En la novela, Jean-Baptiste Grenouille acaba por conseguir su objeto de deseo, “el falo sin la falta”, como dice Marugán, un “objeto sexual para todos”. Grenouille consigue capturar la “idea de a”, cubrir el agujero de la necesidad humana; sin embargo, la novela no acaba en el momento en que Grenouille consigue el olor perfecto, “el falo sin la falta”: Después de la gran bacanal que sigue a la revelación de “el perfume” (ese perfume que podemos pensar es el que da título a la novela), Grenouille va en busca de su muerte, porque (citando a la novela de Süskind): “no podía disfrutar ni un segundo de aquel triunfo […] él no los amaba [a los demás], los aborrecía.” He aquí el momento clave de la novela: Tras ocupar página tras página con la búsqueda del “falo” freudiano y su génesis (pasamos aquí a la génesis del Objeto, que es una génesis literal puesto que Grenouille crea su propio falo a partir de diferentes partes partes de un todo – el olor – que va arrancando indiscriminadamente mediante el asesinato), ¡el objeto de deseo no es satisfactorio! Puntualicemos: No es el objeto de deseo lo que no es satisfactorio en sí, el objeto de deseo es “perfecto” y universal, pero no cubre las necesidades de Grenouille. El protagonista, que, en su reclusión en la cueva, pretendía erigirse como un Dios, al ser reconocido como tal descubre que ha luchado por una necesidad que no era la suya (un bien enmascarado deseo sustitutivo epicúreo, quizá), sino por una “idea de a” colectiva que, al fin, no responde a sus propios ideales, sino a los de un colectivo que él aborrece y del que ha querido aislarse durante toda su vida. No hay un “falo sin la falta”, no es ni siquiera un placebo: La verdadera falta está en una necesidad intrínseca de Grenouille que es una paradoja, es irrealizable, es verdaderamente un “a-gujero” (como dice Marugán): La necesidad narcisista de olerse, el deseo de infinitud de Grenouille (que relaciona su olor con el más perfecto de los olores) se enfrenta a la limitación humana, y es entonces cuando Grenouille, que desprecia a la humanidad, se da cuenta de su pertenencia a la misma y decide ir en busca de la muerte.

La tragedia de Grenouille es una tragedia puramente humana. El protagonista y su deseo megalítico son las dos caras de una misma moneda (el Yo), que aun sin existir por separado no pueden convivir, no pueden coexistir en tanto que tienen conciencia el uno del otro. El mito de la completud humana se desmorona, crea un colapso en el concepto del individuo, lo enfrenta a la pregunta última de su esencia y desencadena, como en el caso de Grenouille, su inevitable destrucción. La novela de Süskind ilustra el drama del engaño humano, Marugán escarba en los principios psicológicos de este engaño que, en mayor o menor medida, nos afecta a todos.

Wednesday, March 7, 2012

Comentario de la escena XIX de la jornada II: “La vida es sueño”


Pedro Calderón de la Barca fue un escritor español nacido en Madrid el 17 de enero de 1600. Varios sucesos de su infancia, como la prematura muerte de su madre y la negligencia de su padre en cuanto a su educación, marcaron profundamente el carácter del dramaturgo, quien cultivó obras de carácter trágico, cómico e incluso autos sacramentales. Algunas de sus obras más importantes son El alcalde de Zalamea, La vida es sueño y El gran teatro del mundo.
Su estilo formal, próximo al culteranismo y sin embargo vulgarizado, rompe con los cánones establecidos por comediógrafos contemporáneos a él como Lope de Vega (por ejemplo, en su Arte nuevo de hacer comedias el Félix de los Ingenios exclama ante culteranismos como “hipogrifo”, que Calderón utiliza generosamente en su obra). Las comedias de Calderón también contribuyeron a establecer la escenografia como elemento importante de la representación teatral.

En esta escena, Segismundo reflexiona en su torre tras, en la escena anterior, haber sido devuelto a ella por Clotaldo. Habla de su condición y su reflexión, al principio personal, parece consolidar la idea en su mente de que la vida no es sino un sueño. Su reflexión se acabará generalizando, terminando en una de las afirmaciones más famosas de la obra: “que toda la vida es sueño / y los sueños, sueños son” (aunque esta afirmación proceda, de hecho, de una canción tradicional).

Algunos de los recursos literarios internos que encontramos en esta escena son la metáfora (el “soñar” es el vivir y el “despertar” es la muerte; versos 14-15 “este aplauso que recibe /prestado, en el viento escribe” quiere decir que es efímero), la antítesis (verso 29 “y el mayor bien es pequeño”),. Algunos de los recursos literarios externos son la anáfora y el paralelismo (“sueña el que a medrar empieza/sueña el que afana y pretende/sueña el que agravia y ofende”, versos 25-28) y la interrogación retórica (“¿Qué es la vida?”), que quiere enfatizar la naturaleza dudosa de aquello a lo que nosotros llamamos existencia.

El espacio dramático de esta escena es la torre, que, como espacio que enclaustra a Segismundo, simboliza asimismo la mentalidad cerrada del protagonista, centrada hasta entonces en la venganza y el odio debido a haber estado recluido y haber sido engañado. Sin embargo, se atisba el cambio en la manera de pensar de Segismundo. Dado que la obra está estructurada acorde a los cánones de Lope de Vega y en la tercera jornada (el tercer acto) el conflicto debe quedar solucionado, y que ésta es la última escena de la segunda jornada, en su soliloquio Segismundo va asimilando su condición de fiera y su capacidad de reprimirla ("es verdad; pues reprimamos/esta fiera condición", versos 1 y 2) y también el tópico de la vida como sueño, incluso el mundo como un gran teatro en el que todo el mundo hace un papel (“sueña el rey que es rey (···)/sueña el rico en su riqueza (···)/sueña el pobre que padece(···)”). Esta idea calderoniana del mundo como teatro se explora en otra gran obra del comediógrafo El gran teatro del mundo.

El lenguaje de este texto, rico en metáforas y descriptivo, sirve al propósito de ilustrar las diferentes ideas filosóficas que podemos extraer, como la concepción de la vida como un sueño (como un teatro) y también las relaciones que podemos encontrar con otras concepciones filosóficas como el platonismo y su mito de la caverna (Segismundo progresivamente se ilumina a medida que su encarcelamiento se acaba).

Monday, March 5, 2012

Soneto en homenaje a Lope de Vega con referencias pseudoparódicas a Don Juan Tenorio

A los epígrafes, porque a veces valen más que el soneto en sí.

Un soneto manda el Señor García,
y en la vida me he visto en tal aprieto.
Catorce versos forman un soneto,
no sé si tengo yo tanta valía.

Busco acaso una voz que haga de guía
entrando por el segundo cuarteto
aunque en medio de este rumor tan quieto
las musas no quieran salir de día.

 La inspiración no viene que al buscarla
y debería encontrarte trabajando
si el Hado no te ha de girar la espalda.

Palacio arriba y cabaña bajando
huye ella siempre del que va a buscarla
y nuevas frustraciones va dejando.

Monday, February 27, 2012

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